jueves, 9 de junio de 2011

Me he pasado al lado oscuro

18 de mayo de 2011.

Ya llevaba un tiempo rondándome en la cabeza, la idea de adquirir una bicicleta de carretera, y después de varios intentos y mucho tiempo mirando, me he decidido a comprar una. La verdad es que no he buscado una bicicleta ni último modelo en carbono, con los mejores componentes, ni tan siquiera he mirado de carbono.

En el mercado de segunda mano hay una infinita barbaridad de máquinas de todas las características, marcas, modelos, componentes, etc, pero finalmente, lo que me decidió más fue que, dentro de mis aspiraciones deportivas, que son las de poder compartir rutas con otros cicloturistas y, contando que con la edad que tengo no puedo pretender competir con otros ciclistas que llevan mucho más tiempo que yo, opté por una bicicleta para mi, preciosa, y bastante buena en la relación calidad/precio. Una GIANT DEFY 2.

Esta bicicleta viene con COMPACT, lo que me da un poco de apuro pensar que igual me puedo quedar clavado en algún puerto, pero en la tienda me dicen que casi no se nota la diferencia.

La he comprado en la tienda de la localidad donde vivo, una tienda con una puntuación de 15 sobre 10; la de toda la vida en el pueblo, donde el trato es de 10, tanto personal como profesional.

Para no desentonar, he adquirido unas zapatillas de carretera, ya que las otras que tengo son de montaña, montaña. Estos pedales son completamente distintos a los de la bicicleta de montaña, y aunque parezca mentira es otra cosa a la que me tendré que acostumbrar.

Ya en casa, me coloco las zapatillas y me subo a la bicicleta para probar el sistema de anclaje en los pedales. Bueno pues… después de como 10 minutos, y varios pellizcos en los “wilis”, al escaparse las zapatillas de los pedales, ya he averiguado como ciruelos colocan; lo he conseguido bajándome de la bicicleta, y zapatilla en la mano, he comprobado cómo debía hacerlo. Me había empeñado en colocarlos por el lado incorrecto de los pedales.

Al día siguiente, ya tengo “mono de carretera”, así que me enfundo el traje de faena, y salgo a probar a ver qué tal va el asunto. En mi vida había subido a una bicicleta de carretera, ni tan siquiera para probarla pero, con la novedad, los nervios y demás no me doy ni cuenta y ya he hecho los 40 kilómetros, que tiene la ruta elegida para mi bautismo carreteril.

Puf!!, cómo se nota la diferencia con la de montaña, en cuanto a ritmo, cadencia, posición, etc.

Por fin he alcanzado y dejado atrás a algún ciclista, previo saludo de cortesía. Qué iluuu me haceeee!!.

Llego a casa con una media de 26,5 kmts/h (todo en llano por supuesto). Un verdadero record comparándolo con la bicicleta de montaña., y más contento que pa qué!.

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